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En el mundo se compran un millón de botellas de plástico al minuto. Y es que este material es uno de los reyes (si no el rey) de la fabricación y el envasado: hoy lo usamos 20 veces más que hace medio siglo y está presente en casi cualquier ámbito que imaginemos: menaje, industria, alimentación, construcción, automoción, juguetería, agricultura, textil... También, por desgracia, es uno de los compuestos que más perjudican al medioambiente: en el mundo se tiran unas ocho toneladas diarias de basura plástica al mar, un vertido que amenaza el hábitat de infinidad de criaturas.

Por suerte, cada vez surgen más proyectos encaminados a evitar que el plástico llegue de manera descontrolada a la naturaleza, la implicación ciudadana no deja de crecer y en las ciudades cada vez reciclamos más y mejor: en 2016 tiramos un 4% más de envases de plástico, metal y briks a los contenedores amarillos. Pero, aunque hayan sido usados y estén listos para ir a la basura, estos recipientes aún pueden ser útiles. Anota los materiales, échale un poco de imaginación y comprueba en qué puedes transformar una ¿simple? botella de plástico.

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Una trabajadora de la firma separa las redes destinadas al reciclaje
Una trabajadora de la firma separa las redes destinadas al reciclaje JAVIER HERNÁNDEZ JUANTEGUI

En Eko-REC se descargan al cabo del año 24.000 toneladas de residuo plástico que han sido depositados en los contenedores amarillos. Con ese material se podrían levantar montañas de 120 metros de altura en cada uno de los 20 campos de fútbol de la Liga española. También recibe grandes cantidades de redes de pesca que los barcos pierden en el mar o prendas desechadas. Todo este material de desecho se somete a un proceso de reciclaje del que obtiene minúsculas láminas de plástico y fibra de poliéster que después se destinan a la producción de envases de bebidas o para otros usos del sector textil y de la automoción. De las instalaciones de Eko-REC sale a diario material reciclado apto para, por ejemplo, fabricar gafas de sol, chaquetas y pantalones, alfombrillas para el coche o un tipo de baldosa hecha con restos de etiquetas de botellas.

Esta empresa guipuzcoana (su sede está en Andoain) está especializada en el reciclaje de botellas de plástico, unos seis millones al día. Se halla inmersa en un proyecto innovador consistente en la transformación de redes marinas (también emplean mallas que se utilizan en las obras para cubrir las fachadas de los edificios) en un material de nylon que después se emplea para fabricar monturas de gafas de sol o prendas textiles. Aunque el volumen de producción es aún pequeño, asegura Santiago Barba, director general de la empresa, es una línea de negocio que va en aumento.

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Ese cartón que se usa para cajas y embalajes y al que apenas se presta atención se puede transformar en una cama, una mesa, una silla, un sofá, una lámpara, una percha, una estantería, una tienda de camping y hasta en un kayak. El uso del cartón para fabricar muebles es una tendencia que se está extendiendo por todo el mundo —Italia, Francia, Alemania, Estados Unidos, Argentina, Brasil...— y que en España va tomando cuerpo. Cada vez son más las empresas —supera la decena y creciendo— que se dedican al diseño, fabricación y venta de mobiliario, complementos y accesorios de cartón.

Aunque parezca un concepto rompedor, no es nuevo. El arquitecto Frank Gehry, ganador del Premio Pritzker, desarrolló dos líneas de mobiliario de cartón de 1969 a 1972. Aún así, el uso de este material versátil con el que crear todo tipo de mobiliario sigue siendo muy desconocido. "Los muebles fabricados con cartón no son solo artículos decorativos, sino que son plenamente funcionales, además de resistentes, ligeros, desmontables, plegables y 100% reciclables", señala Nacho Bautista, arquitecto y socio de Cartonlab, empresa que nació en 2010 dentro del estudio Moho Arquitectos como un laboratorio de ecodiseño usando cartón como materia prima.